¡Las cucarachas ya vuelven a caminar...! Por Coia

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Quirino Mendoza (1862-1957) es el compositor de la versión más famosa del corrido mexicano «La cucaracha». Todos recordamos que «ya no puede caminar…». Aunque eso solo ocurre en invierno, período en el que las cucarachas permanecen en hibernación aguardando la subida de las temperaturas que se inicia en primavera. Entonces brotan como las margaritas que tanto embellecen la estación del amor: «Que por mayo era, por mayo, / cuando hace la calor, / cuando los trigos encañan / y están los campos en flor…». En mayo, los campos están en flor mientras las aceras y el interior de las casas de ciertos barrios de Vigo se infestan de estos repelentes insectos propagadores de diversas enfermedades infecciosas (desde la hepatitis al tifus, pasando por el cólera o la peste).

Antonio de Cominges (1897-1987) fue un relevante arquitecto vigués. Junto con Antonio Palacios y Manuel Gómez Román es uno de los máximos representantes de la «Arquitectura Rexionalista Galega». En su ciudad natal diseñó, entre otras destacadas construcciones, el Instituto Santa Irene, el Templo do Carme o los Almacenes Alfredo Romero.

En 1946, De Cominges proyectó en el lugar de «A Torre», en Coia de Abaixo (entre el Camiño da Cordoeira y el Camiño do Castro Castriño), un grupo de ochenta viviendas conocidas popularmente como las «casas baratas». Recibieron este nombre no porque la palabra castellana «barata» equivalga a su homógrafa y homófona portuguesa, cuyo significado es «cucaracha»; sino porque los inmuebles carecían de placa de hormigón, el alcantarillado era prácticamente inexistente y las calles entre las edificaciones estaban sin pavimentar.

Debido a estas deficiencias, en 1978, a petición de los vecinos, el ayuntamiento asfaltó los viales para adaptarlos al tráfico rodado y los dotó de mínimas aceras adosadas a los edificios, al tiempo que bajo las mismas instaló una red de alcantarillas para la recogida y canalización de las aguas pluviales y residuales.

En 2024 todas estas estructuras se hallan muy deterioradas y han quedado obsoletas. Las baldosas de las aceras están rotas y entre las grietas brotan toda clase de hierbas, propiciando las caídas de los viandantes. El cemento utilizado debajo del pavimento y las plaquetas se ha descompuesto en una maloliente arenilla que sirve de nido y nutriente a innumerables especies de artrópodos; y lo que es todavía más grave: las arquetas de las alcantarillas devinieron reservorios en los que las cucarachas y los pequeños roedores se reproducen y alimentan a sus anchas, y como se hallan a un paso de las puertas de las viviendas y se comunican con los desagües de los aparatos sanitarios de su interior, franquearlos e instalarse y multiplicarse dentro de los hogares apenas les supone un mínimo desplazamiento.  

Igual de obsoleto, además de insufrible y nocivo por la contaminación y el ruido que generan, es que los vehículos a motor circulen a metro y medio de las ventanas de los domicilios; que el noventa por ciento de la superficie de las calles residenciales esté a su disposición, y que incluso ocupen las estrechas aceras, en las que no pocos conductores, igual moradores que ajenos a la urbanización, los aparcan con consciente y plena inmunidad e impunidad.

Más allá de la infracción de tráfico que suponen, estas incívicas conductas provocan, debido al peso de los vehículos, la fragmentación de la cimentación de las aceras (facilitando las filtraciones de agua hacia las viviendas), e impiden el paso a los transeúntes, quienes se ven obligados a caminar por la calzada con el consiguiente peligro para su integridad física.

Si bien es cierto que los servicios municipales fumigan los sumideros y eliminan miles de cucarachas cuando se le solicita, otros tantos miles permanecen indemnes. Los residentes se las encuentran correteando por la encimera mientras cocinan; dentro de los zapatos, explorándolos, al calzarse; dormitando sobre la colcha de la cama, al acostarse…; o en cualquier otra parte ya que su afán por encontrar alimento las lleva de un lado a otro en incesante actividad.

Abel Caballero (nacido en 1946) es el actual alcalde de Vigo. Políglota anglófilo y apasionado de la luminotecnia, tiene como principales objetos de su labor, además de la iluminación festiva de los espacios públicos, el turismo y el comercio. También la «humanización» selectiva de señaladas áreas y calles de la ciudad que administra, motivo por el que para él dicho término es sinónimo de Praza da Miñoca, Avenida de Castelao, Gran Vía, Porta do Sol… y demás viales o barrios «chic», o que, no lo siendo, aportan un considerable número de votos en las elecciones a máximo regidor del municipio.

Dada la magnitud de los problemas de habitabilidad y salubridad existentes en la Urbanización Residencial Coia-Antonio de Cominges, los cuales de manera somera vengo de referir, invito a don Abel a que en compañía de sus asesores urbanísticos se dé un paseo por sus calles, y que a continuación, como alcalde que es de todos los vigueses, exponga en el medio de comunicación que considere oportuno, qué obras, y en qué plazo, ve factible implementar para corregirlos y proceder así a la humanización integral de este histórico y singular, pero degradado, grupo de viviendas; de modo que Vigo en su conjunto, y no solo determinados distritos, continúe siendo «A mellor cidade para vivir», según asevera el omnipresente eslogan de la Alcaldía que con apoyo y aceptación mayoritarios preside desde hace casi dos décadas.




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